30/4/09

¿Qué se juega en estas elecciones?

En pleno despliegue de la vorágine destructiva de la crisis económica, sus artífices, las grandes empresas multinacionales y los Bancos, pretenden asegurar un paréntesis en el libre mercado para reflotar a sus propias víctimas. Para conseguirlo quieren unos Estados y gobiernos sumisos. Con una estructuración institucional de la Unión Europea (UE) con predominio europarlamentario y de los centros de poder real en manos de los partidos más conservadores. Su objetivo es el despliegue del Tratado de Lisboa, con las instituciones políticas y económicas lo más alejadas e independientes de cualquier seguimiento, interferencia y control democrático de la ciudadanía y de sus eurorepresentantes electos.

Para las clases dominantes europeas su manera de manejar la crisis es trasladar al máximo de sus costes para las clases trabajadoras, mientras exprimen los recursos públicos para derivarlos a sus necesidades y capitales privados.

Un sistema electoral que beneficia a las grandes formaciones conservadoras, y perjudica los intentos de forjar alternativas desde la base social de la ciudadanía trabajadora, se completa con el desinterés y la abstención de casi la mayoría de la población.

Para la población trabajadora, y para las organizaciones de izquierdas, el reto en estas elecciones es doble. Presentar unas propuestas para enfrentarse a la crisis con la defensa del salario, condiciones laborales, servicios públicos, y derechos democráticos, y conseguir unificar una movilización europea entorno a estos ejes.

En cuanto a las propuestas políticas los variados programas y plataformas muestran una gran similitud objetiva. Tanto desde las posiciones más moderadas en el Partidos de la Izquierda Europea (PIE), del que forman parte IU, EUiA y EBB en el Estado español, o el Bloco d’esquerra en Portugal, hasta los postulados más explicitados como anticapitalistas, como los del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) de Francia, o el SWP del Reino Unido. Una Europa Social y Democrática. Servicios públicos. Salario mínimo o social europeo, o Renta básica. Igualdad derechos de las mujeres. Derechos de la inmigración trabajadora. Una UE sin la OTAN, desmilitarizada, con política exterior en igualdad con los otros pueblos.

En lo que no hay acuerdo, con una confluencia muy difícil, es en trabajar de forma conjunta y unitaria por una movilización en los distintos países, europea, y por conseguir agrupar las distintas fuerzas políticas de la izquierda.

En realidad, además sobretodo en España, las organizaciones que tienen un cierto poder de convocatoria y capacidad movilizadora son las centrales sindicales. Pero incluso sus tentativas de calentar motores para que sea la movilización trabajadora la que exija e imponga propuestas frente a la crisis, se ven mediatizadas por el temor y desorientación del grueso de la clase obrera en perder pie en el trabajo, y por la gran dispersión, división y disgregación de las organizaciones políticas.

Pesa como una losa que las organizaciones mayoritarias y hegemónicas en las izquierdas sea de socialdemocracia neoliberal (“socio liberal”) cuya función va a apuntalar y a sostener el sistema político y social imperante.

Por lo tanto es de suma importancia la propaganda de unas propuestas eficaces para una perspectiva frente a la crisis que favorezca a la gente trabajadora, con la necesidad de una renovación profunda y amplia de las organizaciones adecuadas para sustentarlas.

Un avance europeo necesita a fondo una norma constitucional, debatida y refrendada democráticamente por la ciudadanía, con unas instituciones electas y ejecutivas, en vez de centros de poder sin control alguno, y un Tratado UE confeccionado y adoptado por los gobiernos a espaldas de la ciudadanía y de sus personas elegidas.

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